El ser humano tiene atribuidos muchos defectos morales, el conformismo es uno de ellos. Siempre buscamos conseguir las cosas sin el mínimo esfuerzo, siempre, o evitamos la responsabilidad o tomamos el camino más corto, pero siempre con la mediocridad por delante.
La tecnología a través de la historia ha sido ese puente que al cruzarlo nos encontramos con el progreso y con la comodidad. Pero en realidad nos da comodidad o simplemente nos alcahueta el facilismo.
Cada día vemos nuevos y sorprendentes elementos que ayudan a mejorar nuestro estilo de vida y ayudan a que logremos nuestros objetivos disminuyendo las labores complicadas. Si por facilismo entendemos como la tendencia de un ser pensante a buscar el camino que necesita menos esfuerzo para lograr algún objetivo*, entonces la historia del progreso humano está lleno de ejemplos del lado del facilismo, pues cada invención ha sido el resultado de una búsqueda del camino menos engorroso para hacer alguna tarea cotidiana. Aún las primeras herramientas como la rueda, la palanca, los barcos entre otros, fueron desarrolladas por la necesidad de mover cosas con el menor esfuerzo posible, mientras las armas fueron maneras más eficientes (o sea, más fáciles) para la caza y la defensa personal. En nuestros tiempos, los vehículos motorizados, los artefactos eléctricos y las computadoras no son sino expresiones inteligentes del facilismo en su mejor faceta, pues permiten movilizarse, realizar tareas cotidianas, ordenar datos y calcular, todo sin mucho esfuerzo manual o mental.
Todos estos inventos han colaborado o nos han tocado en alguna parte de nuestra vida, pero qué tanto nos envuelve en ese mundo fácil?… usar el carro para llegar mas rápido a un destino no significa que seamos facilistas, porque si pasamos del caballo a un aparato eléctrico, se considera progreso. Progreso no consiste en mejorar si no en superar el pasado.* Acortar el camino que antes tomaba 2 horas y ahora tan solo toma 30 minutos, es progreso. La falla está en que a toda hora queramos estar en el carro, para ir a la escuela, al supermercado, donde mamá, incluso a la tienda quedando a tan solo dos calles de nuestra casa.
El uso excesivo de estos objetos, de las excusas, de los motivos, entre otros, siembran dentro de uno ese sentimiento que nos envuelve a nosotros y a nuestros actos, esa plaga que no solo se queda ahí si no que también se vuelve “madre de todos los vicios”.El derroche, la irresponsabilidad, la imprevisión, la deshonestidad, el irrespeto, el egoísmo, la inconstancia, la indiferencia y el pesimismo* son algunos de los males que se posesionan de ti cuando dejas alojar la mediocridad. Si examinamos cualquiera de nuestros males, se podrá ver el efecto -en mayor o menor grado- se visualiza que todos estos vicios son producto del facilismo. Por ejemplo, la irresponsabilidad es la tendencia a ignorar los efectos de nuestras acciones algo siempre más fácil que aceptarlas; los caminos deshonestos para obtener prestigio o dinero, revelan la disposición a no seguir el sendero más difícil y largo, a través del trabajo arduo; es más fácil irrespetar a los ciudadanos o clientes que atenderlos bien, si no se teme una sanción. La improvisación nos saca del paso y nos evita tener que prevenir y planificar; ser constante requiere siempre más paciencia y esfuerzo; la indiferencia tampoco necesita mucho involucramiento, y es más fácil “voltear la mirada a los problemas”; y así sucesivamente. Es muy común oír excusas como “la falta de recursos”, “no hay tiempo suficiente”, y “nos entorpecen nuestra labor”, para justificar fracasos.
En conclusión, el facilismo humano no está en el uso de la tecnología ni en la búsqueda del progreso, sino en el mal uso de dichos elementos y que luego hace que se nos vuelva costumbre, cultivando así los demás vicios.
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